No tengo claro aún como empezar a contar todo. He pensado en la tercera persona aunque no sé si me servirá después. Hacia el final. No se si hacer una mezcla, inventándome combinaciones raras o sorprendentes tipo películas de Tarantino. Acepto propuestas no obstante, que coño.
Ya que voy a contar, quiero poner un poco de orden. El transitar de la novela lo tengo claro. La fragata “Numancia” frente a las costas de Alicante en manos de los rebeldes cantonalistas de Cartagena allá por el año 1873. Lluvia de proyectiles sobre la población y su castillo. Órdenes contrapuestas, muerte y miedo. Sol de cojones, sudor, y pieles curtidas por el mar y el desaliento.
El otro día caminaba por la calle Mayor, pensando en el envite. Llovía y busqué cobijo en un portal. Me vino el sueño lúcido, que empapó mi abstracción de gozo pajero. Imaginé cábalas sobre los puntos exactos donde cayeron las bombas. Entonces me di cuenta. Nunca antes se me había ocurrido. Inmediatamente abrí el paraguas, me encendí un cilindro con la llama del mechero y me dispuse a caminar hasta donde había dejado el coche. Al llegar a la plaza del Mar, me di la vuelta para contemplar el castillo. De vuelta a casa, me dispuse a continuar aquello que me brindaron mis sueños.
Ya que voy a contar, quiero poner un poco de orden. El transitar de la novela lo tengo claro. La fragata “Numancia” frente a las costas de Alicante en manos de los rebeldes cantonalistas de Cartagena allá por el año 1873. Lluvia de proyectiles sobre la población y su castillo. Órdenes contrapuestas, muerte y miedo. Sol de cojones, sudor, y pieles curtidas por el mar y el desaliento.
El otro día caminaba por la calle Mayor, pensando en el envite. Llovía y busqué cobijo en un portal. Me vino el sueño lúcido, que empapó mi abstracción de gozo pajero. Imaginé cábalas sobre los puntos exactos donde cayeron las bombas. Entonces me di cuenta. Nunca antes se me había ocurrido. Inmediatamente abrí el paraguas, me encendí un cilindro con la llama del mechero y me dispuse a caminar hasta donde había dejado el coche. Al llegar a la plaza del Mar, me di la vuelta para contemplar el castillo. De vuelta a casa, me dispuse a continuar aquello que me brindaron mis sueños.
Es muy probable que la novela no me quede igual a como me anda por la bellota. Y es que cuando más me aproximo, más se me aleja. La muy zorra.
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