martes, 22 de septiembre de 2009

Armas literarias.


Julio Cortázar apuntaba que una historia o se cuenta bien o, por lo tanto, no se cuenta y se estropea. La forma de contarla es lo que se llama estilo y cada historia tiene su correspondiente estilo.
Mi estilo no se forjó en las bibliotecas, ni en las clases disciplinadas y grises. Yo corrí otra suerte, o mejor, me la busqué. Los vientos racheados de los libros, de todos los libros que leí, me ondularon las entrañas del verbo y la expresión, para siempre.


sábado, 19 de septiembre de 2009

Ideas nuevas.

“No podemos resolver nuestros problemas con las mismas ideas que los crearon.”

Albert Einstein.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El librero de Miramar.

Caminando la Habana me pasé por la librería de 29 y 70, en el reparto Miramar. Allí encontré, como siempre, a Balaksis, un negrón sabio y jodedor que se pasa los días sentado al portal de su casa, que hace las veces de librería, cogiendo sol y tempestades a la espera de vender algún libro con el que arreglar, por la izquierda, la maltrecha economía familiar.

Llegué con 2 cervezas bien frías y nos sentamos hablar. Tras el Qué bolá, asere! de rigor, los abrazos de bienvenida, cuando viniste, cuando te vas, recuerdos a la familia y demás, nos lanzamos a continuar donde dejamos la conversación de siempre. Me comentó que el Chino (Raúl Castro) es más práctico, menos estratega y reflexivo, y que parece que las cosas van a mejorar. Yo escuchaba atento y en su careto advertía esperanza, triste, pero esperanza al fin y al cabo. Pensé que es algo innato a los cubanos. Aunque yo no atisbaba la misma conclusión que mi socio lo dejé hablar hasta que, al tiempo –andaba con algo de prisa-, me saqué de la cartera una pequeña lista de los libros que me gustaría leer. Buscaba libros que no encontré acá y en eso el prieto de Balaksis es un tipo único y fundamental, como el Tritemio.

- Voy a ver que resuelvo, me dijo, ¿cuándo te pasas?

Quedamos en vernos una semana después y le prometí continuar la misma conversación de siempre, amén de compartir otra cervecita bien fría sin límite de horario.

A la semana siguiente pasé, y ese negro cabrón, amigo y fiel me tenía preparados todos los libros que le había pedido y algunos más sobre lo que el sabe, - que bien me conoce el moreno -, que me gusta más. Incluso me regaló un libro de la CIA en España, escrito por un periodista de El Mundo, que aquí no le quisieron publicar. Me llevé 8 libros por 72 pesos cubanos; 3 € al cambio.

Cuando me leo algunos libros me acuerdo de el, y de la contrapartida a realizar en sus argumentos de las largas conversaciones que tenemos, para llevarle la contraria. Nada más que por ver como hace aspavientos con los brazos cuando discute. La guerra llevada a la conversación, sin disparar un solo tiro. Mi socio y librero es un tío rápido en el hablar, en el discurrir y en el razonar, presenta sus argumentos con seriedad, soltura, entusiasmo y combatividad. Sabe que alguna vez está errado pero, cuando lo llevo a la esquina del ring y se ve contra las cuerdas, justo antes de darle el crochet que lo deje en la lona, suelta la misma coletilla con la que termina todo:

- Hay, tú, asere no te cojas pa´ eso. A ver si te crees que va a llegar un gallego de pinga a arreglar mi país.

Luego nos echamos a reír, le damos el último trago a la cerveza, y nos despedimos.

Hoy, sin su permiso, me acorde de el al empezar a leer y por eso escribo. Escribo para recordar que ese tipo me tiene encantado. Tiene la sonrisa del que se sabe guapo y sus palabras enredan como un tango. Si hay algo que le falla es esa camisa de maricón de buque. Lo demás son palabras. Palabras saqueadas y que nos usurpan.

Dedicado a mi socio Manuel.

martes, 15 de septiembre de 2009

Descanso… y vuelta al ruedo.

Anduve perdido unos largos días por La Habana. La encontré vieja, no sé si como siempre, pero me pareció si cabe mas desnuda. Me vino a la quijada al llegar las palabras de un libro del Bennedetti. No sé de cual, la verdad. Hablaba del mundo patas arriba. Y como la primera impresión es la que cuenta (dicen) comparto mi pensar con los habituales del Rockmunista.

“Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros duermen con el pánico de perder las cosas que tienen…”