lunes, 26 de diciembre de 2011

Una tarde de Junio.

Se despidió de Ricardo en el gimnasio y anduvo un rato calle abajo, pensativo. Apenas quedaban cuarenta días y se jugaba todo a cara o cruz. Giró a la izquierda en Palos de la  frontera y aligeró el paso hasta llegar al cruce con Santa María de la Cabeza. Allí le esperaba Evita, sentada en el desgastado banco del parque. Su familia era de clase normal y trabajadora. La conoció en el bar de Isidro, jugando al billar con Víctor, Vicente y compañía. A partir de ese momento fueron dos partes de un todo. Siempre pensó que las mujeres daban ostias mas fuertes que los boxeadores, que las había muy perras y jodidas, y que podían hundirte la vida. Pero no Evita, ella no. Ella era muy simpática y muy madura para su edad.

El frío tardío de aquellos primeros de Junio le estaba haciendo engordar más de la cuenta. Aquello no era bueno si quería dar el peso antes del combate. No obstante, confiaba en la preparación que estaba llevando. A pesar de las juergas de los jueves en el Archy, siempre intentaba levantarse temprano para correr, volvía, descansaba algo y se iba al gimnasio. Así estaba haciendo cada día desde hacía seis meses. A sus veintidós años ya era el rey y podía permitirse cualquier cosa. Después de seis defensas exitosas del campeonato de Europa de los ligeros, deseaba con todas sus fuerzas que llegara ese 27 de Julio. El había crecido en la dureza y el futuro incierto de su Vallecas natal. Nadie lo podía parar, pensó.

Llegó junto al banco y después de un cálido abrazo, besó a Evita en la frente. Seguían el mismo ritual desde que la conoció en el bar de Isidro y la acompañó, ya entrada la noche, hasta la casa de sus padres donde ella vivía. Siempre fue así aunque hoy era la última noche antes de cruzar el charco con destino Norfolk, Virginia. Dejó la bolsa de entreno en el suelo y tomó asiento. No se dijeron nada. Ella se limitó a hacerle muda compañía durante un largo rato mientras apuraba tranquila el pitillo. Durante ese silencio eterno que le pareció un océano, vislumbró confuso, -quizá por la falta de luz-,  junto a la zapatería de enfrente, el espectro de su cuerpo cayendo a la lona del cuadrilátero. También vio a un negro potente y rabioso,  pleno de forma y facultades, vapuleando sus sueños y su alma dentro de un ring de boxeo. Todo eso pasó por su quijotera antes de que Evita rompiera el silencio con un, ¿Qué te pasa, cariño?. Poli Díaz no contestó. No dijo nada por no preocuparla pero esa noche supo que pronto, demasiado pronto para digerirlo, el fracaso llamaría a su puerta y el futuro saltaría por su ventana. Y que en un suburbio de Norfolk, Virginia, los sueños eran aún más caros en Vallecas.

Nuevos horizontes.

Buscadores de lo auténtico cabalgan hacia nuevos horizontes. 
Tienen una meta, un objetivo.
Ponen la mirada donde el cielo y la tierra se unen.
Asfalto, polvo, rocas o arena. 
El terreno siempre resulta fácil.
Pero resisten.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Interpretaciones.


“La sociedad cubana está imponiendo un nivel de vida que es insostenible para la mayoría de las personas viviendo de manera honesta; sin embargo la gente tiene un sentimiento de culpa, les avergüenza decir que no pueden o no tienen, o que ganan poco, como si fuese indigno decir que uno es pobre, no porque uno no trabaje lo suficiente, sino porque no hay un sistema de salario que te permita vivir de manera mínimamente holgada. (…) Como si ser pobre fuera un delito… O sea, no importa si para tener ese nivel de vida robas o haces negocios ilícitos. Lo que es malo es ser pobre. Es un fenómeno que veo en personas de cualquier edad.”

Verónica Pérez Vega, entrevistada en Havana Times, a propósito de su novela "Aquí lo que hay es que irse"

jueves, 17 de noviembre de 2011

Robert Johnson, maestro.

" El blues no es más que un hombre que se siente mal pensando en la mujer con la que estuvo una vez"

Robert Johnson.
Fue el rey de los cantantes de blues del delta. Escapó en varias ocasiones de los disparos efectuados por los maridos de sus amantes. En 1938 no pudo esquivar una dosis de veneno, y murió dejando un legado único para la historia. El mundo del blues en particular, y el de la música en general, está en deuda con un hombre fantasma, del que se desconoce la fecha y el lugar de nacimiento. Lo único que se puede asegurar es que su escasa obra, las veintinueve canciones que grabó en su acelerada y marginal existencia, son un documento imprescindible para entender la historia de este género mas vivo que nunca.
Johnson hizo un pacto con Satanás en un perdido cruce de caminos. Vendió su alma al diablo a cambio de tocar la guitarra como nadie; a cambio de convertirse en el mas grande de todos los bluesman. El príncipe de las tinieblas cumplió su parte, y Johnson se convirtió en el mejor. Ahora pone música al infierno en esas noches perras y calientes, impregnadas de humo y bourbon, con ese público de hijos de caín, que tuvieron en vida un porvenir mas negro que la piel de ese nieto de esclavos de lo mas hondo y oscuro de la desembocadura del Misisipi.

martes, 15 de noviembre de 2011

¿Acaso ella no te ama?

Caí rendido en la negra arena,
dejé escapar mi último aliento,
no quedaba sangre en mis venas,
la dulce llegó con el viento,
no opuse resistencia,
le reprendí por su tardanza,
me alegré por su tardanza,
me alegré por su presencia,
no bailé por librar su danza.
Se sorprendió de mi alegría,
preguntó por qué no la temía,
yo le contesté: porque amaba.
A lo que ella preguntó:
¿qué acaso ella ya no te ama?
¿o es que me la he llevado yo?
¿Cual era el nombre de tu dama?
- ¿Su nombre? ¿tanto importa eso?
ojalá pudiese olvidarlo,
olvidar hasta el primer beso,
Estrella, no puedo olvidarlo.
Si, así se llamaba ella.
No, ¿muerta? No, sólo para mi.
Quise alcanzar una estrella,
la besé, por siempre la perdí.
No se molestó en conocerme,
disparó al centro del corazón,
trofeo en su leja creyó verme,
no tuvo ninguna compasión.
Creí que podría cambiarla,
convertir su odio en amor,
es una egoísta, ¿matarla?
no, no le haría tal favor.
Ahora conoces la historia,
pedirte quiero una cosa,
¡muerte! ¡bórrame la memoria!
recordar sólo que era hermosa.

The drive mad.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Patrick Bateman y los mercados

Tenía veintisiete años, graduado y con máster en la escuela de negocios de Harvard. Vivía en el edificio Americans Gardens, rodeado de la riqueza y sofisticación de la alta sociedad de Manhattan y Wall Street. Buceando en ella. Cultivaba su cuerpo y su apariencia prestando una extrema atención, sin duda obsesiva, a las marcas y el diseño.  Su máximo placer, -lo recuerdo como si lo hubiera leído hoy-, era vestir camisas de Ike Behar, trajes oscuros de Ralph Lauren, y corbatas de Hugo Boss. Era vicepresidente del departamento de fusiones y adquisiciones en Pierce & Pierce. Tenía novia y multitud de amantes a las que se follaba con una sola llamada. Gozaba perfumándose con colonias caras y se ventilaba circulando al volante de lujosos coches europeos. Ese era Patrick Bateman. El Patrick Bateman que imaginó  Bret Easton Ellis y que describió, en primera persona, en su American Psycho.

Además, este jambo era un asesino en serie, un caníbal y un follador ultraviolento. Un tipo obsesionado por el consumismo y los mercados. Un depredador sin sentimientos. Un psicópata ilustrado. Un yuppy ejecutor y sicario del mal de esta bola que llamamos tierra en este pasado fin de siglo.


Esta mañana me acordé de el al levantarme mientras ojeaba la prensa. Banqueros, políticos; esa gente importante y su fauna íntima y coadjutora, se pueden saltar, -sin angustia de ninguna clase, sin remordimientos y con total impunidad-, cualquier principio ético. No hablemos ya de las leyes, que las conciben para incumplirlas. Pero solo ellos; los demás somos cautivos encadenados, sumisos y obedientes. Ellos dominan, humillan, corrompen y matan. Son los místicos del mal. Se creen supermanes que salvan a la humanidad de una realidad siniestra e insolidaria. La ausencia de conducta y moralidad los delata. Es su común denominador. Ellos, -las mil caras que se esconden detrás de “los mercados”-, nos quieren sacar de esta. Así. Como lo estamos viendo. Sin anestesia, y poniendo y quitando presidentes, primeros ministros, directores generales de bancos y entidades supranacionales, etc. Como si fueran el Guerrero del Antifaz que luchan por salvarnos de los malos.


Y seguía dándole a la quijotera esta mañana y me decía a mi mismo: “Toni, estamos jodidos”. Si esto acaba por ser así, es ya la hora de prepararse, no para el silencio, sino para el aullido infernal e insaciable del cordero recién degollado. A fin de cuentas, Bret Easton Ellis se inspiró en ellos para imaginar a su Patrick. Oye, y lo bordó. Por Tutatis que lo bordó.


sábado, 22 de octubre de 2011

Quiero.

Quiero sentirte cerca y acabar de una vez con este encierro.
Quiero volver a verte como antes. Quiero sentirte cerca de nuevo.
Quiero hablarte de cosas, escuchar tus historias.
Quiero que me acerques a tus sueños como cada madrugada.
Y que el silencio nos cubra en la noche callada.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Por fandangos


Ayer oí cantar por fandangos a un gitano cabal, entre gente cabal.  Saboreé un fandango que sentenciaba que nunca un hombre ha de pegar a una mujer “aunque no sea buena”, y que, ante el riesgo, debe recordar que una mujer fue su madre. Sencillo y cierto, en todo caso. Necesitamos más fandangos que nos recuerden cantando la verdad de la vida, la verdad que a veces olvidamos, empujados por el ajetreo y el trote, buscando mas lo superfluo que lo nacido de dentro. En ocasiones creo que quisimos ser tan libres que nos mudamos en esclavos sin darnos cuenta. Quisimos sudar rebeldía constructiva y solo parimos conformismo banal. En fin, puta miseria.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Interpretaciones.

"Nunca en la historia de la decepción humana, tantos habían sido engañados por tan pocos".

martes, 13 de septiembre de 2011

Esencia de Blues.

Conozco a un socio que es un ideólogo de la vida, lo que yo llamaría un idealista versado -por jodido que sea de encontrar-, un filósofo en potencia de esos que bebe suelto y apartado, y habla con los camareros -a falta de otro interlocutor- en esas vigilias golfas y arrastradas en que la noche se confunde con la mañana y tres son infinidad. Un gentío. Casi un pelotón. A veces me lo encuentro rondando a la madrugada con un bourbon en una mano, y un cigarro negro en la otra cerrando los garitos que quizá nunca deberían haber abierto.
Bien. Hace poco coincidimos y hablamos. Me confesó, al hilo de una canción de los ZZ Top, su teoría sobre el blues. Iba algo –bastante- tajado y, entre guiños, tics y miradas infinitas, me contó los ingredientes que, según su ajada inconsciencia, debería tener un buen blues. Además de sus doce compases y sus cuatro acordes de rigor, el secreto del Blues se escondía en la letra. En su brillante disertación me dijo que había tres palabras que, bien combinadas, hacían de una canción un blues: “Yeah”, “Baby” y “Alright”. Afirmaba asimismo que había otra teoría mas ortodoxa que apuntaba a que un buen blues debía de empezar diciendo “I Woke up this morning”.
Entre trago y trago me contaba que la esencia del blues residía más en el argumento, en el contenido, que en la letra. “Un blues jodidamente bueno debe hablar de dolor, de abandono, de soledad y malos tratos... me entiendes Toni” me confesaba cercano al oído. Agucé las orejas y me bebí sus palabras, pues comprendí de inmediato que, con esta trama confusa y alcohólica en el aire oxidado del chiquero, tenía para un cuento de los que os relato en este foso. Siguió confesándome, entre idas y venidas mentales, que el blues clásico, el trivial, siempre llevaba parejo una guitarra y un canalla grosero y despreciable. Un bluesman.
Cuando empezó a disertar mirando atento al techo del tugurio con el orden de los versos, la melodía y la estructura musical, apuré el trago y amablemente me despedí. “Hasta la próxima asere. Y cuídate.” A fin de cuentas, y viéndolo así resultaba hasta fácil componer un buen blues:
                                                                           
I woke up this morning
Mi mujer me ha dejado, baby
I woke up this morning, alright
estoy desesperado, yeah, baby, alright.

I woke up this morning
Mi mujer me ha humillado, baby
I woke up this morning, alright
estoy despechado, yeah, baby, alright.

martes, 6 de septiembre de 2011

Interpretaciones.

"Todo lo que se puede contar, no siempre cuenta; todo lo que cuenta, no siempre se puede contar"

miércoles, 31 de agosto de 2011

El peor de los lunes – 5º anillo

Pidió un café solo. Con hielo. Mientras esperaba el servicio, sacó de su bolso un paquete de Marlboro, cogió un cigarro y se lo llevó a la boca. Sus movimientos eran raros, excéntricos, pintorescos. No supe cubicarlo bien. Exóticos, quizá. Me recordó en eso a mi amigo Mustafá, -el moro-, cuando estaba en trance. Los cañones difuminaban su aptitud y la respuesta de su sistema nervioso apuntaba a movimientos excesivos, inescrutables. Algunos incluso obscenos, como aquella manía de llevarse la mano a los huevos mientras se mordía el labio inferior, rollito Maiquelyacson. Hasta que se lo partieron de un palazo una oscura noche sin luna en un callejón, junto a la comisaría. Pero esa era otra historia, otro anillo…
Noté en su rostro un gesto de indecisión atento como estaba al más mínimo detalle. Pude sospechar su duda en el mismo momento en que se volvió hacia mí y, con esa cara que solo algunas mujeres saben poner, me dijo:
- “¿Tienes fuego, pecho lobo?”
-“Claro. Como no.” Tardé un poco en responder, pues su voz sumamente cálida me había dejado sin habla. La afonía de los seis cubatas del fin de semana había vuelto de estampía y yo me había convertido, con una sola pregunta, en un cazador cazado. No había mucho más que decir, con cuatro palabras me había cohibido e intimidado. Su proximidad, su encanto, su arrojo  y decisión, sus rasgos exótico-vikingos, su embrujo –como dirían las gitanas-, y esos labios mayores y menores que parecían decir cómeme, habían provocado en mí una leve erección.
El humo de la primera calada fue directo hacia mis ojos. Todo se volvió turbio y al segundo la claridad me trajo a la vida. Bebía el café a pequeños sorbos. No pude dejar de mirarla. Lo intenté, pero no pude. Hasta las caladas que le proporcionaba a su cigarro me parecían tremendamente sensuales, al estilo de la Rita Jaiguort en esa famosísima película, Gilda, creo.
Apuró la borra del café, se levantó y pisó la colilla. En ese instante otra voz, de hombre sin duda, por la ronquera crónica que apuntaba dijo: “La casa invita.” Y no era para menos rumié, volviendo la vista a la barra y advirtiendo a Lucas con ojos violentos, en un afán por delimitar el terreno que, con respecto a aquella dama, me pertenecía.
Ella, atenta a la jugada, lo agradeció con un guiño. Y antes de empezar a andar, se volvió hacia mí, me pasó el dedo índice por el torso y me susurro al oído: “Gracias por el fuego, pecho lobo. Ahora necesito una manguera. Para apagarlo”.
Cuando reaccioné la vi alejarse entre los clientes que se reunían en el bar. Y cuando salió a la calle y los rayos de sol se mezclaron con su esbelto y hermoso cuerpo, solo pude articular: “Julio, eres un triunfador. El rey de los pichabravas.” Y me llamé Gilipollas por no haberme dado cuenta antes.

(Próximamente en www.rockmunista.com  - El peor de los lunes – Anillos 6º a 11º)
(Próximamente en www.rockmunista.com – Un martes para el olvido.)

P.D. Estad atentos al blog. Sed buenos. Disfrutad con el Rock n´roll.

domingo, 28 de agosto de 2011

El peor de los lunes – 4º anillo

Era rubia, aunque en ese momento no me había dado cuenta aún porque andaba algo aturdido y medio cegado. Se me pasó el mosqueo de inmediato y no noté siquiera cuando Lucas me puso la segunda caña que le había pedido tan  amablemente. Cuando recuperé la visión y con disimulo, le pasé el escáner visual. El Bar Lucas tenía la pantalla de televisión encima de la puerta de entrada así que la discreción estaba garantizada. Pelo rubio, rizado, con dos coletas; una a cada lado de la cabeza. Ojos verdes. Como el agua en alta mar. Piernas largas. Delgada y alta. Vestida con un ligero toque informal, aunque elegante sin duda. Era de ese tipo de mujeres que es selecta y fina de por sí, se ponga lo que se ponga.
El sudor frío había vuelto a mi frente. Y el calor. Un calor que no calmaba ni la caña, que me había bebido de un trago después de divisar semejante monumento, ni el cubito de hielo que me restregaba por la cara, y que había sacado del Ricard que tomaba el viejo de mi izquierda en un momento de descuido. Suyo claro.
Se acercó. Era atractiva en el andar. Su caminar era ligero y airoso. Muy agraciado. Tremendamente sensual y bonito. Encantador. Cuando llegó a mi altura se sentó a mi lado, en la barra. Era lo lógico, claro. Viendo la fauna allí reunida lo normal era que se decantara por la zona del bar donde menos olor a sobaco hacía. Amén de la compañía; entre todo el ganado presente yo era el único que aún no estaba babeando, ni en edad de jubilación, ni con dentadura postiza. Aún estaba de buen ver, y el pantalón que llevaba puesto me marcaba el paquete cantidad. Como aquella portada del disco de los Stones, el Sticky Fingers, o algo así. Ya se lo decía mi padre a mi madre cuando era pequeño: “¡Que pollón va a tener el crío, Carmen! ¡Y que huevos!”
Cuando tomó asiento, pensé que no era digno que una mujer tan despampanante se sentara en un taburete de mierda, oxidado como estaba. Las mujeres como ella deberían sentarse en un trono. O en un altar. De repente, caí en la cuenta. Finiquité las pajas mentales y me centré. Tiré el hielo al suelo, me sequé la cara con una servilleta y me preparé para adoptar la típica posición babaresa. Apoyé el codo en la barra y crucé la pierna izquierda por delante apoyando la punta del pie en el suelo. Inspiré aire profundamente y saqué a relucir mi pecho palomo, con la camisa entreabierta y los pelos al aire. Evité el gorjeo clásico del pavo real cuando acecha a las hembras. Prescindí de mi famosa danza de araña que adormecía a mis presas. Era un animal y empezaba el cortejo. Era mi momento.

(Próxima entrega - El peor de los lunes – 5o anillo – Miércoles día 31)

viernes, 26 de agosto de 2011

Interpretaciones.

"La filosofía se bate contra las palabras, con palabras"
aLEx* - La armonía de los mundos.

Es un viejo amigo. Nos vemos poco y lo aprecio mucho. Dibuja como los ángeles y escribe verdades como puños. Sus palabras son piedras, tiene la guerra de la gente de la calle. Es un gato salvaje enfrentado a la razón. Lo recomiendo.

miércoles, 24 de agosto de 2011

El peor de los lunes – 3er anillo

Mientras andaba camino del bar de la esquina, recordé que había olvidado mis gafas de sol Ray-ban de pera en el cajón de mi mesa, en la oficina. “Le diré a Andrés que me las coja”, -pensé- mientras miraba atentamente como aquella pareja se magreaba voraz, de forma casi violenta, en el banco de la acera de enfrente.
Entré al bar Lucas, cabreado como iba, y me acerqué a la barra con el aspecto de duro que me daban los pelos del pecho sobresaliendo de la camisa negra a medio abotonar, las pobladas patillas, el manojo de llaves colgando de un dedo y el cigarro casi consumido en la comisura de los labios.  En la calle, justo a la entrada del bar, acababa de quitarme la corbata. Esa que tantos sudores fríos y tanto calor me había proporcionado allá en el despacho. “Su puta madre.”- gruñí. Cada vez que me acordaba de las tonterías del tontolpijo de mi jefe Agustín me daban deseos de volver a subir, y rematarle con un gancho de derechas al más fiel estilo Pacquiao.
En el interior, en la radio, Tonnino Carotone se cagaba en el amor y mascullaba algo de un mundo difícil. A mi me lo iba a decir. Olé sus cojones.
- “¡Una caña, por favor!” dije, aún a sabiendas de que nadie había escuchado mi mensaje.
- “¡Me pones una cervecita por favor, amable camarero!”, repetí.
El primer trago de cerveza, dicen, es el que mejor te sienta. El que mejor te sabe. Pero eso, en mi círculo de amigos cerveceros, tiene dos excepciones. Cuando la cerveza está mal tirada y la jarra tiene mas espuma que la brocha de un barbero, y cuando es Estrella de Levante. Pues bien, en este caso, la cerveza que me puso el Lucas estaba más caliente que el meao de un tigre, situación rara y excepcional, pues si de algo podía estar orgulloso en la vida era de haber descubierto para mis círculos y amistades el bar Lucas,  donde ponían los mejores bocadillos de calamares y tiraban las mejores cañas del planeta.
El primer sorbo lo escupí inmediatamente al suelo nada mas entrar en contacto con mi boca y, casi al instante, sin dejar tiempo a que me bajara el mosqueo y goteando aún espuma por el colmillo solté: - “¡Esta cerveza se la pones a tu vieja, Lucas! ¡Cabezón! ¡Y a mi me pones otra donde no te hayas meado! ¿Lo tienes claro?” y sentí, mientras dejaba el vaso en la barra, un destello de luz blanca proveniente de la puerta que me dejó por un segundo, extasiado, boquiabierto y asombrado. Era lo mejor que me había ocurrido en este día.

(Próxima entrega - El peor de los lunes – 4o anillo – Domingo día 28)

domingo, 21 de agosto de 2011

El peor de los lunes – 2º anillo

Espabilé, -aunque no mucho, lo reconozco-, con el molesto y agitado ruido de unas llaves junto a mí atontado oído. Era mi jefe, Agustín. Pude captar, desde la absurda distancia que me proporcionaba mi particular letargo, que estaba molesto conmigo por un asunto de no sé qué papeles que había que haber entregado no sé dónde cojones. Yo, inconexo y despegado de la realidad, seguía pensando en lo que me había ocurrido la madrugada del sábado. Me imaginaba el desenlace de la escena de infinitas maneras que siempre acababan igual. Como aquella peli del día de la marmota, yo siempre zanjaba el enredo entrándole a palos a aquel capullo del bar.
El ambiente, -en el despacho y en mi ficticia siesta-, se caldeaba por momentos inducido aún mas sin duda por la ausencia del aire acondicionado en la oficina. Eran las técnicas incoherentes y paradójicas de mi jefe desde aquel día que coincidió con Miguel Sebastián, -o eso decía-, y, después de aquella charla-coloquio sobre sostenibilidad razonable, se declaró automáticamente su fan número uno.  Me notaba tenso, y aunque traspuesto, eufórico, quizás por los restos de alcohol que aún braceaban por mi negra y envenenada sangre.
Y en medio de mi particular batalla pensando como acabar con aquel mamarabos del Tiniebla, y mientras escuchaba ausente, -lejano, casi huido-, el monocorde puro de mi jefe, no sé si fue por casualidad, o por una mala pasada que me jugó mi subconsciente, me incorporé ágilmente de la silla, con rebote y pirueta incluida, y grité de forma irracional como alguien que despierta de una pesadilla: -“Me cago en tu puta madre, jodido cabrón”. Y acto seguido, le arrimé tal puñetazo en la jeta a mi jefe Agustín que, según me contó un compañero días después, le fracturé el tabique nasal provocándole una ceguera temporal en el ojo izquierdo, con derrame incluido.
Después, cogí mis cosas, me encendí un pitillo y, mientras caminaba decidido por el pasillo hacia la misma puerta que había traspasado una hora antes, no sé si imaginé o acerté a escuchar: -“Despedido”.  Sin pensarlo dos veces, me volví con la cabeza bien alta, -como quien sale triunfador y a hombros de la Maestranza mientras le aplauden los del siete-, me acerqué a él y le susurré al oído: - “¿Y a mi qué?, me suda la polla.”, y bajé al bar a invitarme a unas cañas.

(Próxima entrega - El peor de los lunes – 3er anillo – Miércoles día 24)

viernes, 19 de agosto de 2011

Interpretaciones.

Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.

Muere lentamente - Martha Medeiros

miércoles, 3 de agosto de 2011

Interpretaciones.

Me estreno con una cita tras unos días desconectado de este pozo. Muchas cosas entre manos y ya se sabe, quien mucho aprieta, poco abarca. He caminado sumergido en otras aguas. He salido vivito, coleando y aquí estoy, preparado para el Rock n´ Roll. De nuevo. Como bien me enseñó mi viejo amigo Angelito, the death comes ripping, que gorjeaban los Misfits. Y la reseña viene al hilo del ZP, que pensó lo que pensó al adelantar las elecciones.

“La mayor parte de los fracasos nos vienen por querer adelantar la hora de los éxitos.”
Amado Nervo

Con la prima de riesgo por las nubes, -y no las digitales precisamente-, y el país patas arriba, a ver si cuando maduró la abstracción, intuyó que saldría todo bien. En fin, esperemos la jugada. Veremos si el órdago era un farol o hay que quitarse el sombrero.
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miércoles, 6 de julio de 2011

La danza de Araña

El invierno del 95 fue frío y oscuro como un amanecer en el polo. En aquellos años casi todo me sonaba a música. Los coches, las jarras de cerveza, incluso los pasos de cebra con el obsceno susurro de los semáforos, despuntaban la magia y presentaban ritmos que recorrían mis cañerías y me contagiaban alegría. Cuando no había demasiado; ni cambios de sentido, ni señales de prohibido, ni pasos de cebra, ni cuerpos prohibidos, el Black Dog era mi paso obligatorio en las tardes de domingo. Allí paraba mientras la tierra giraba. Detrás de la barra estaba el Lillo; bailando con su sombra, jaleándose a sí mismo, cantando a voz viva las canciones del último grupo que había descubierto. Aquella tarde fue incomparable, eterna, absoluta. Sacó un cede que traía de casa y haciendo el  molinete característico que precedía a su voz de grillo borracho me dijo: “Puro Rock n´ Roll, subnormal”. Luego, le dio al play y se lanzó a silbar mientras taconeaba el ritmo de Los Chicos del Coro, de los Buenas noches Rose.
Ya van para veinte años de aquello. O casi. Aquella tarde se me apareció el espectro  de un grupo diferente y que aún hoy me niego a enterrar. Sonaban con la rebeldía discrepante y perra del que se sabe que no va a durar mucho, pero que perdurará en el tiempo. Eran artistas de raza, de ese Madrid post-movida, que no transigía en volver a ser secundario y quería continuar en la vanguardia. Su música te hacía bailar a empujones, casi a contraviento. A contrapelo. Buenas noches Rose, grabó su segundo disco en el 97, ya con una multinacional y se fueron de gira. A sus veintidós años Jordi, el cantante, ya era un gigante encima del escenario. Un espectáculo hipnótico. En plena gira, en su mejor ola, desapareció. Aquello fue el final. Un par de años después dieron unos cuantos conciertos y decidieron grabar un nuevo disco antes de buscarse cada uno sus castañas en otro árbol. Rubén y Roberto se juntaron con el Leiva para inaugurar Pereza. Alfredo se instaló en Le Punk. Jordi "Skywalker" seguía sin aparecer en un lugar entre el cielo y el mar escuchando los susurros del alma. Aquello fue hace una pila de inviernos y aún lo recuerdo. El legado musical de los Buenas Noches Rose en esos tres años juntos fue una obra de arte imperfecta, pura y sin prejuicios.  Ahora que hemos roto muchas hojas de almanaque, me siguen deslumbrando como un tesoro recién descubierto. Como si el humo de los tiempos no hubiese conseguido emborronar ninguno de sus resplandores. Si tenéis oportunidad escuchadlos y disfrutad. Preparaos para Rock n´Roll.
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sábado, 25 de junio de 2011

Interpretaciones.


“Todos nacemos locos. Algunos siguen siéndolo toda la vida.”
Samuel Beckett
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domingo, 12 de junio de 2011

Sesión vermú (mucho mejor que hoy)

Corría el año 92. Después de ese turno de oficio que era la selectividad el verano se presentaba bestia, casi irreverente. El insufrible calor inicial dio paso a las nubes oscuras que chispearon los triunfos que se revelaron después. Fue el año de Barcelona, que se pintó de multicolor los morros; que se abrió al mundo y lo sorprendió con cosechas deportivas inesperadas. Yo andaba tiritando a calzón quitao mojando las madrugadas con piscina olímpica de güisqui y humo dulce, por aquello de las fechas. En las emisoras nacionales sonaban los Siniestro Total, que andaban de gira con aquel “Ante todo, mucha calma”. Era el grupo más gamberro y desvergonzado del panorama nacional de la época. Puro punk rock gallego contra el hastío y el empalago. Mis recuerdos de aquel periodo, -difusos y oscuros, casi negros- , invariablemente se me presentan silbando el Bailaré sobre tu tumba o el Miña terra galega, aquel aire nativo con la música del Sweet Home Alabama, de los Lynyrd Skynyrd. Ese verano los conseguí ver en directo. Era una noche de agosto de aquel año deportivo mundial. No recuerdo dónde, -cosas de la difusión mental o de la oscuridad intelectual de la vejez-, pero sí tengo a buen recaudo en mi quijotera, -como si lo tuviera delante-, a Julián Hernández, el vocalista, con sus eternas gafas oscuras, sus zapatones pisamierdas y su corbata negra de cinta, recreado y tangencial susurrando a capela el Todo por la Napia tan escalofriante como divertido.

Siniestro Total ha sobrevivido todos estos años bajo el sabio mando de  Julián y han llegado a formar parte de la banda sonora de muchos españoles desde hace 30 años. Es un grupo de culto con un reconocimiento limitado. Hoy me desperté silbando y me apeteció darles un homenaje particular. Sé que no es el que se merecen pero es el mío. Y si consigo, con mi recuerdo en este foso, refrescaros la memoria no será en vano. Ya sabeis, tres son multitud.

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sábado, 11 de junio de 2011