martes, 15 de noviembre de 2011

¿Acaso ella no te ama?

Caí rendido en la negra arena,
dejé escapar mi último aliento,
no quedaba sangre en mis venas,
la dulce llegó con el viento,
no opuse resistencia,
le reprendí por su tardanza,
me alegré por su tardanza,
me alegré por su presencia,
no bailé por librar su danza.
Se sorprendió de mi alegría,
preguntó por qué no la temía,
yo le contesté: porque amaba.
A lo que ella preguntó:
¿qué acaso ella ya no te ama?
¿o es que me la he llevado yo?
¿Cual era el nombre de tu dama?
- ¿Su nombre? ¿tanto importa eso?
ojalá pudiese olvidarlo,
olvidar hasta el primer beso,
Estrella, no puedo olvidarlo.
Si, así se llamaba ella.
No, ¿muerta? No, sólo para mi.
Quise alcanzar una estrella,
la besé, por siempre la perdí.
No se molestó en conocerme,
disparó al centro del corazón,
trofeo en su leja creyó verme,
no tuvo ninguna compasión.
Creí que podría cambiarla,
convertir su odio en amor,
es una egoísta, ¿matarla?
no, no le haría tal favor.
Ahora conoces la historia,
pedirte quiero una cosa,
¡muerte! ¡bórrame la memoria!
recordar sólo que era hermosa.

The drive mad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario