domingo, 13 de noviembre de 2011

Patrick Bateman y los mercados

Tenía veintisiete años, graduado y con máster en la escuela de negocios de Harvard. Vivía en el edificio Americans Gardens, rodeado de la riqueza y sofisticación de la alta sociedad de Manhattan y Wall Street. Buceando en ella. Cultivaba su cuerpo y su apariencia prestando una extrema atención, sin duda obsesiva, a las marcas y el diseño.  Su máximo placer, -lo recuerdo como si lo hubiera leído hoy-, era vestir camisas de Ike Behar, trajes oscuros de Ralph Lauren, y corbatas de Hugo Boss. Era vicepresidente del departamento de fusiones y adquisiciones en Pierce & Pierce. Tenía novia y multitud de amantes a las que se follaba con una sola llamada. Gozaba perfumándose con colonias caras y se ventilaba circulando al volante de lujosos coches europeos. Ese era Patrick Bateman. El Patrick Bateman que imaginó  Bret Easton Ellis y que describió, en primera persona, en su American Psycho.

Además, este jambo era un asesino en serie, un caníbal y un follador ultraviolento. Un tipo obsesionado por el consumismo y los mercados. Un depredador sin sentimientos. Un psicópata ilustrado. Un yuppy ejecutor y sicario del mal de esta bola que llamamos tierra en este pasado fin de siglo.


Esta mañana me acordé de el al levantarme mientras ojeaba la prensa. Banqueros, políticos; esa gente importante y su fauna íntima y coadjutora, se pueden saltar, -sin angustia de ninguna clase, sin remordimientos y con total impunidad-, cualquier principio ético. No hablemos ya de las leyes, que las conciben para incumplirlas. Pero solo ellos; los demás somos cautivos encadenados, sumisos y obedientes. Ellos dominan, humillan, corrompen y matan. Son los místicos del mal. Se creen supermanes que salvan a la humanidad de una realidad siniestra e insolidaria. La ausencia de conducta y moralidad los delata. Es su común denominador. Ellos, -las mil caras que se esconden detrás de “los mercados”-, nos quieren sacar de esta. Así. Como lo estamos viendo. Sin anestesia, y poniendo y quitando presidentes, primeros ministros, directores generales de bancos y entidades supranacionales, etc. Como si fueran el Guerrero del Antifaz que luchan por salvarnos de los malos.


Y seguía dándole a la quijotera esta mañana y me decía a mi mismo: “Toni, estamos jodidos”. Si esto acaba por ser así, es ya la hora de prepararse, no para el silencio, sino para el aullido infernal e insaciable del cordero recién degollado. A fin de cuentas, Bret Easton Ellis se inspiró en ellos para imaginar a su Patrick. Oye, y lo bordó. Por Tutatis que lo bordó.


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