miércoles, 25 de agosto de 2010

Interpretaciones ...

 " Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oir".

- George Orwell.
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martes, 24 de agosto de 2010

Riotinto. Sombras manchadas de sangre.


En la fría primavera de 1883, con veintiocho marzos recién cumplidos y procedente de Cuba, -en esos años aún España-, llegó a Riotinto, provincia de Huelva, Maximiliano Tornet. Días antes había sido expulsado de su Holguín natal por sus ideales anarquistas. Pronto empezó a laborar en la RioTinto Company Limited, consorcio británico que, desde hacía diez años, explotaba en depósito las minas onubenses. Sus elitistas dirigentes, educados en las public schools británicas, provenientes de una isla, alzaron incluso en Riotinto su propia “isla”, con sus propias costumbres. Todas malas, –tremendos pérfidos estos ingleses- y una sola buena, pues fueron ellos mismos, orgullosos, indecentes y altivos, los que abrieron la puerta del football en España. No en vano, como ya sabréis, es el Recreativo de Huelva, el club decano del futbol en esta nuestra hacienda.

Pero a lo que iba, la omnipotente compañía, dueña del suelo y del subsuelo, utilizaba un sistema de calcinación del mineral al aire libre, denominado “teleras”. Sistema este altamente contaminante y que, en la misma Inglaterra, había sido prohibido veinte años antes. Las condiciones de trabajo y de vida eran extremadamente duras y es por eso que, este hombre de acción, líder carismático y misterioso, pronto se encomendó a la misión requerida por su conciencia. La Justicia Social.

El 4 de febrero de 1888, guiado por una fe ciega en sí mismo y respaldado por sus ideales, llevó la revolución a sus últimas lumbres. Recién levantado y con la carraspera crónica provocada por el dióxido de azufre en la atmosfera, salió a la calle a alzar la voz de los sin voz. En pocas horas reunió a mineros, ganaderos y agricultores de la región y en una multitudinaria manifestación reclamó ante las autoridades el fin de las teleras. ¡Abajo los humos!, increpaban tranquilos y pacíficos. Océanos de voz, venidos a más, rumbeando por las calles, exigían la justa dignidad humana, social y laboral. Fue tanto el escándalo que en el propio ayuntamiento el alcalde, por temor o por duda, quiso escucharlos. Mientras en el consistorio los representantes y el regidor discutían airadamente, el gobernador civil de Huelva, un hijo de la gran puta llamado Agustín Bravo, llegó con un batallón de soldados a la plaza central para acabar con la protesta. Al precio que fuera; sin reparar en consecuencias. En pocos segundos, y apuntando a una masa indefensa de miles de personas, comenzaron a disparar a bocajarro. Después, en unos instantes que parecieron eternos, calaron bayoneta, y arremetieron contra los heridos, para acabar la faena. Los pocos lisiados que aún quedaban, aterrorizados, huyeron aplastándose unos a otros.

Jamás se supo el número de muertos. Todo se acalló; se silenció. En 1888, sin la internet y la prensa global, así se lo montaban. El 4 de febrero de ese año quedó marcado a sangre y fuego en la memoria popular durante muchos años. Los abusos continuaron y sobrepasaron el límite. La nube espesa de un aire que envenenaba las entrañas y el agua continuó asentada. Por eso hoy, puede ser un buen día para recordar que hubo hombres valientes, hombres de verdad, que lucharon para alcanzar lo que hoy entendemos innato. Natural.

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miércoles, 18 de agosto de 2010

Interpretaciones ...

"Un pájaro salió a buscar su inocencia y volvió muerto bajo los rayos del sol y la locura".
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lunes, 16 de agosto de 2010

Cogí el tren.


Cogí el Intercity que salía de la estación de tren de Alicante, dirección Madrid. Llegué de noche a Atocha. Pisé la estación y la nostalgia me infectó la sangre. Los recuerdos me dieron por pensar. En la abstracción pensé que antes, al trabajador se le explotaba mediante la plusvalía, instrumento capitalista de acero esterilizador que recortaba el salario en beneficio del patrón. Patrón: sinónimo de dueño y señor, también de cacique, de empresario y burgués. Vieja y discutida palabra que adoran algunos inseparables socios, capitalistas pudientes y ciudadanos de fariña.
En estos finales de decenio, pleno siglo veintiuno, The Times are Changin' que diría el viejo Bob. Y las armas también. Ahora al asalariado ya no le explotan mediante la plusvalía, para qué. Ahora lo hacen directamente con cloratita cuando va cada día al trabajo. Allí, en el andén, me pregunté por qué la conciencia de la clase trabajadora ha sido anestesiada. Intenté masticar el porqué algunos se empeñan en que el peón conviva con el miedo helado metido en los huesos.  Y lo chungo está por venir, con las futuras y traicioneras proclamas de estos socialeros de la rosa y el capullo, falsamente llamados de izquierdas.
Pisé Madrid con los recuerdos a flor de piel una noche de hace 15 años. Por aquel entonces éramos unos pollos con tremendas ganas de comernos el mundo. Íbamos camino de Gredos, a blanquear de pecados nuestra alma y a hacer lo que mas nos gustaba. Salí del andén y enfilé la acera con el macuto a cuestas directo a la estación de autobuses de Palos de la Frontera. Mientras andaba adormilado y entumecido, -recuerdo-, pensé, lo incómodos que se sienten los políticos cuando se les recuerda que son unos estafadores. Que no trabajan el dinero que dicen ganar, que siempre es menos del que se embuchan. Con el Manifiesto en la mochila y el billete entre los dientes llegué a la terminal. Allí me dispuse a abrir mi esterilla y a intentar dormir esperando la mañana. Seguí preguntándome el porqué de tantas cosas hasta que me escoció la quijotera. No sé si fueron los conceptos o los piojos del lugar. Desperté como un inseguro idealista y me subí al autobús. Nunca necesité despertar ninguna conciencia. Todos los fuegos son el mismo fuego, decía Cortázar. Y todas las víctimas también.
Dedicado a mis socios capitalistas con los que cené el viernes…

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miércoles, 11 de agosto de 2010

MMS contra el muro de silencio

 "Pues resulta que el muro no era de concreto, no era de azucar, no era de ideas. Era de represión y de silencio. Y a base de kilobytes de información, de MMS, de SMS, lo estamos tumbando. Suerte."

http://youtu.be/seLQRoy2Vds?a
Yoani Sánchez-Generación Y.
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lunes, 9 de agosto de 2010

¿Quién mató a JFK?

En Octubre de 1962 Estados Unidos descubre que la URSS está construyendo en Cuba las bases para hospedar 40 cabezas de misiles nucleares encaradas hacia Florida. Se le llamó, pasado un tiempo, la crisis de los misiles puesto que en esos días estuvo a punto de originarse la tercera guerra mundial. Era una crisis intensificada y recrudecida por la escalada atómica en esos años inciertos entre las dos grandes superpotencias del momento salidas de la segunda guerra mundial. Fue un duelo con tres actores principales; Kennedy, Krushev y Fidel Castro. Esta crisis terminó con un acuerdo entre Kennedy y Krushev mediante el cual el primero retiraba las cabezas nucleares de Turquía y el segundo las suprimía de Cuba. El tercer actor en discordia montó en cólera por haberse quedado fuera de la timba y eso fue, entre otros factores, lo que le costó la vida al presidente norteamericano más carismático de la historia poco más de un año después. Castro se la tenía jurada.
A las doce de la mañana del 22 de noviembre de 1963, el presidente John F. Kennedy llega a Dallas de visita. Mientras se trasladaba en un descapotable por las calles de la ciudad, Lee Harvey Oswald le pega un tiro con un rifle Mannlicher desde la sexta planta de la oficina de la Texas Book Depository donde trabajaba como bibliotecario. Detrás de esa muerte, tirando la piedra y escondiendo la mano, estaba el cobarde y pávido Fidel Castro Ruz. El Monstruo de Birán. Comandante en jefe de la Revolución Cubana aún en la actualidad. Ese mismo día, Fabián Escalante, director de los servicios de espionaje cubanos, había volado de La Habana a Dallas, con escala en México, y se había reunido con algunos de sus lugartenientes poco antes del trágico suceso para dar instrucciones. En alguna de las pruebas documentales y fotográficas de la posterior detención de Oswald aparecen, junto a la policía y el FBI y en segundo plano, esos mismos funcionarios del gobierno cubano con los que Escalante se había reunido horas antes.
Lee Harvey Oswald realizó un viaje a la Unión Soviética, en octubre de 1959, dispuesto a nacionalizarse en ese país llevado por sus ideales marxistas. Allí estuvo tres años, en los que trabajó, contrajo matrimonio, fue padre de una niña y se afianzo más en sus sueños y quimeras revolucionarias socialistas. En Moscú conoció además a algunos de los representantes del gobierno cubano que, en esa época, estudiaban la posibilidad de estrechar los vínculos -más si cabe- entre ambos países. Quién sabe si también conoció, de primera mano, el desarrollo de la operativa posterior que se vino a llamar la crisis de los misiles. En junio de 1962 regresó a EEUU en compañía de su esposa y la hija recién nacida de ambos. Oswald y su familia se establecieron primeramente en Fort Worth para, al cabo de pocos meses, establecerse en Dallas, ciudad desde la cual Lee Harvey Oswald comenzó a desarrollar una intensa actividad política en favor del líder revolucionario cubano. En el mes de marzo de 1963, Oswald se instaló en Nueva Orleans, y continuó su campaña procastrista con ahínco, hasta el punto de ser arrestado por repartir octavillas en favor de Cuba en lugares públicos de la ciudad y promover graves enfrentamientos con exiliados cubanos del castrismo. Incluso realizó dos intervenciones radiofónicas en las que se declaró abiertamente marxista. Definitivamente, era el hombre que necesitaba Fidel para hacer cumplir su sueño.
El motivo de Castro en mi opinión era personal, no político. Cada uno deseaba la muerte del otro. Kennedy lo intentó en su momento con la invasión de la bahía de Cochinos y algunos intentos de atentado posteriores y luego llegó el turno de Castro. Con Oswald no falló. La misma esposa de Kennedy, en algunas memorias que leí, estaba convencida de esta versión. De hecho, cuando posteriormente se casó con Onassis y abandonó EEUU es porque el griego era lo suficientemente poderoso y rico como para asegurarle protección allí donde se encontrara.
De cómo la mafia mató a Oswald días después y demás puntualizaciones a esta historia lo ventilaré en otra futura crónica. O lo sustentaré con palabras y una caña en la mano llegada la ocasión y si alguno se tercia. Si me buscáis la lengua podemos andar a la greña; os lo advierto. Incluso pasaré a las manos si no puedo defender con palabras, lo que escribo en este foso. Para que vayáis preparando el concepto. Si tenéis huevos.
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lunes, 2 de agosto de 2010

Leyenda viva.


”Sí, quiero ser famoso. Y no, no quiero cumplir treinta años.”

- Brian Jones. Rolling Stones. Guitarra...y demás.