viernes, 26 de marzo de 2010

martes, 23 de marzo de 2010

Joe Louis en apuros.

Lo alterné mucho y bien en mis tiempos de estudiante. Me fumaba algunas de las clases del Figueras para ir a ver videos de sus combates con mis viejos socios: Luis, el Terrés, Alberto y compañía. Recuerdo que nos impactó la noticia. Nos echamos a reír a carcajadas. El comentarista de turno confesaba, mientras el combate daba su inicio, una curiosidad del boxeador que lucía el calzón oscuro. Era un combate grabado, antiguo, en la escala de grises propia de época.

El 4 de Marzo del 49, en el Gran Stadium del Cerro, en La Habana tuvo lugar el delito. Joe Louis -El bombardero de Detroit-, ya era el mejor campeón mundial de todos los tiempos. Había batido todos los record y le pertenecía, por esfuerzo propio, ese cinturón de monarca indiscutible en el orbe del boxeo. Le quedaban apenas dos meses para celebrar sus 35. Aburrido de éxito y debido a la escasa vista para invertir su dinero había decidido, días antes, retirarse imbatido y hacer caja con una serie de duelos de exhibición como el que tendría lugar esa misma noche con el cubano Omelio Agramante en La Habana.

A las doce del mediodía asomó a lo lejos y procedente de un lujoso coche un Joe Louis tan puntual como un reloj helvético. La báscula de pesaje le esperaba en el centro de una sala infectada de periodistas. Todos esperaban las declaraciones del campeón que no dijo ni media palabra. Se despojó de toda su ropa y quedó a la intemperie de la multitud con un minúsculo calzón con el que debía pesarse. Su equipo y el andaban preocupados por si no pasaba el peso y afinaron al mínimo en el atuendo a lucir en la báscula. Louis tenía cuadrada una entrevista al acabar con el envite y andaba con prisa por terminar para centrarse en el combate de la noche. Salió exitoso de la prueba y al ir a recoger su ropa se dio cuenta de la jugada. Algún cabrón con pintas le había birlado la ropa. No dejó ni sus zapatillas.

Entre cientos de gente surgió un maestro del arte que, con perenne tranquilidad y gabardina colgada al brazo, le cepilló al Campeón mundial de los pesos pesados toda su ropa delante de su cara y de la de cientos de presuntos chivatos. Si lo pillan no lo cuenta y aún así se arriesgó. Con dos cojones y conociendo el peligro. Y vaya por delante que no lo engancharon. Por lo que sé no ese día.

Así que, qué queréis que os diga. Héroes anónimos. Famosos descuidados. Pudor y tranquilidad. La vida misma.


domingo, 21 de marzo de 2010

Tu Mirada.

He contado los días que quedan para la salida del libro de Vicente. A lo largo de mi vida ha habido de todo. Personas que llegaron, otras que se fueron, aficiones que olvide y otras que, años después, recuperé. Sin embargo hubo también otras personas y otras cosas que, aún en la distancia callada, han permanecido tan pegadas a un tiempo que, definitivamente, forman parte de mi vida.

Como no quiero profanar lo sagrado aquí os dejo los primeros folios de su historia, que lleva por título: Tu Mirada y que está editada por gente de aquí, la editorial Club Universitario. La presentación será en la FNAC el próximo 6 de Abril, sobre las siete.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Sentencia histórica.

No podía dejar de comentarlo. Dias atrás, sentencia histórica. No sé si se ganará la guerra, pero se ha ganado una batalla. A por ellos...

http://www.publico.es/301472/sentencia/historica/favor/p/p

http://www.20minutos.es/noticia/651219/0/SGAE/sentencia/p2p/

http://www.elpais.com/articulo/cultura/sentencia/civil/declara/legales/redes/p2p/descargas/elpeputec/20100314elpepicul_5/Tes



Buscando la luna...

Ya lo dice la DRAE en su tercera acepción destripando el ocio como una diversión u ocupación reposada. El negocio, de por si, es la negación del ocio. Negotium, del latín. Tiempo atrás lo planteó Tales de Mileto en su particular crematística. El arte de hacerse rico y demás.

Y por todo eso, y como la gente últimamente anda hastiada y algo bárbara, antes que ocupar su ocio, pues le da por cavilar, por exprimir su quijotera en busca del negocio. A partir de ahí, la jugada se convierte en filón, y da paso, de ser un medio para comprar ocio, a ser un fin en su totalidad. Ya Aristóteles perfiló, y eso recuerdo que me lo dijo el excéntrico profesor Pacoco, que el dinero por dinero era mierda, y que convertía en esclavos a aquellos a los que a ese estiércol se entregaban.

Sin entrar al detalle, no tengo ni puta idea de cómo se siente uno amasando caudal, nunca me interesó el negocio. Si sé, sin embargo, como se siente uno negándolo. Gozando el ocio. Por eso vivo en Alicante, al sur de la cintura de esta España canalla y cruel.

Ahora que el tiempo bascula revuelto y todo Cristo se llena la boca disertando del negocio, de lo poco o de lo mucho que se mueve, ahora acierto al recordar todo lo que conseguí a mis treinta y siete eneros. Ya con los primeros pelos que me cayeron al suelo – un otoño olvidado, como los árboles- aprendí la sensata lección. Ahora duermo cuando me entra el sueño, ceno cuando y donde quiero y ya puestos, en algunas noches extrañas me bebo unos cuantos vasos de hielo con algunas gotitas de ron. Hace tiempo que deje de usar reloj -algunas ocasiones, las menos- y cada noche salgo un rato a la terraza a disfrutar mirando el invisible.

En esta jodida sociedad solo tiene derecho a disfrutar su libertad el que lucha por ella. Y en eso estoy. Con los deberes estudiados me dispongo cada día a emprender el camino. Es probable que ya sea tarde para cambiar el rumbo.