lunes, 3 de mayo de 2010

El ejercito de Pancho Villa.


Hoy me voy a extender con una batallita. De memoria histórica. O histérica, según para quién. De esa que le falta a muchos de los que nos desgobiernan o nos representaron antaño. Incultos de la vida, ingentes analfabetos, ignorantes e iletrados con pintas.
En contra de lo que muchos sostienen en la actualidad, Bin Laden no fue el primero en atacar a EEUU en su propio territorio nacional. El mérito le corresponde a Pancho Villa, quien en 1916 cruzo el Río Bravo y atacó la ciudad de Columbus, en Nuevo México, donde mató a dieciséis personas. La invasión duró menos de diez horas.
Doroteo Arango, que así se llamaba Pancho Villa, nació campesino, huérfano y pobre. Cuando estalló la revolución en México ya llevaba varios años fugitivo por haberle pegado un tiro en la cabeza al propietario de la Hacienda donde trabajaba. Por negrero y por cabrón. Con los años, formó su propio ejército de bandoleros al norte de México, en la zona fronteriza con EEUU, al sur del Río Bravo.
Junto a ellos, y al lado de Carranza y Zapata –otros ilustres bandidos-, apoyó la lucha revolucionaria contra Huerta, tremendo cabrón que, sin contar con nadie y poniendo los cojones encima de la mesa, se había erigido en dictador. Juntos, lo derrotaron en 1914; pero dado que habían demasiados gallos en el gallinero, Zapata y Villa volvieron a tomar las armas, en esta ocasión contra Carranza. Esta vez, no tuvieron tanta suerte y Carranza se consolidó en el poder, logrando el reconocimiento oficial del gobierno de los Estados Unidos.
En un intento de mostrar que Carranza no controlaba el país y de enemistarle con el presidente norteamericano, Wilson, al amanecer del 9 de Marzo de 1916, un grupo de unos mil bandoleros al mando de Pancho Villa atacó el pueblo de Columbus, Nuevo México, como represalia al reconocimiento oficial del régimen carrancista por parte de EE. UU. y en busca del comerciante Sam Ravel (proveedor de armas y municiones que, según Villa, le había vendido mercancía en mal estado).
Pancho Villa y comparsa llegaron a Nuevo México y se liaron a tiros con todos los que encontraron a su paso, se emborracharon como las ratas y volvieron a su cuartel al otro lado de la frontera. No estuvieron ni diez horas en territorio hostil. Wilson, presidente por aquel entonces de los EEUU, mandó al mítico general Pershing a México para acabar con Pancho Villa; pero el conocimiento del terreno y la cobertura que le daba la población campesina de la zona le permitieron sostenerse durante cuatro años, a medio camino entre la guerrilla y el bandolerismo.
El Centauro del norte murió asesinado en una emboscada en Chihuahua unos años después cuando se dirigía a una fiesta familiar, emboscada promovida por Álvaro Oregón, que se había consolidado en la presidencia de México y temía nuevos levantamientos.
Aunque no se le aceptó en el panteón "de los héroes nacionales", sino hasta 20 años después de su muerte, su memoria se honra hoy por mexicanos, estadounidenses y personas de todo el mundo.

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