martes, 23 de noviembre de 2010

Denominaciones de origen.


Fue en el verano del 2003. Entonces currelaba en el mismo lugar que ahora y, con un mes de vacaciones por delante, decidimos nadar y guardar la ropa en La Habana. Siempre que viajo hay algo que me fascina, que me empalma la virtud y me agudiza el ingenio. Aquello no lo esperaba. Era la fiesta de los nombres. Al principio, todos me sorprendían. Luego, al tiempito, algunos pasaron a convertirse en habituales. Me pasmó en su momento. Me sorprendió de puro incoherente.
Yaricel, Himely, Yanaisi, Yuri, Yania, Yuraisy, Yoani, Yordanka, Yan, Yipsi, Yadel, Yumisleidys, Yoroemis, Yunel, Yoennis, Yargelis, Yannelis, Yunidis, Yeimer, Yuniseski, Yuriorkis, Yormani, Yoerkis… y unos cuantos mas raros, si los anteriores no lo son: Vicyohhandri, Eglys y Arasay. Generación Y.  Nombres que se pusieron de moda en los setenta en Cuba y aún hoy continúan. Verbena con bacanal para las letras hispanas.
Mas tarde, aún hubo más. Maikel, por Michael Jackson. Yunaiestei, por United States of America. Sariman, por Sara y Manuel. Leidan, por Leida y Daniel. Rayni, por nacer una noche de lluvia. Julimar, por Julio y María. Usnavy, por la armada estadounidense. Franmar, por Francisco y Marina. Euda, por Estados Unidos de América. Combinaciones lúcidas, algunas. Desafortunadas e inexpresivas otras. Sin duda aptas y elocuentes todas.
También andan en la brecha los mejunjes raro, raro a los que no consigo sacarles punta. Jonder, Dayan, Level, Vismay, Gelkis, Uziel, Erislandy, Salatiel,  Osbiel, Roidel, Asniel, Edisbel, Leovel, Mijaín, Idales, Evergreen, Mylady, Sugarcandy, Geisha, Danger o Alien. 
De igual forma surgen del asfalto a cada paso, los Yasser, Lenin, Indira, Hanói, Nairobi, Namibia, Israel, África o América por rememorar personajes, conflictos o geografía de otras latitudes. Incluso los  planetarios, -vocablo este que le gusta y mucho a la Pajín-, como Luna, Sol o Venus. También están los que en una noche de borrachera loca  del que se sabe que la lleva guapa, le da por ponerle a su churumbel un nombre al revés, como Legna (Ángel), Anele (Elena), Oiluj (Julio), Otsenre (Ernesto).
Hace un tiempo que no vuelvo por allí. Tengo algunos amigos que esperan mi visita para encenizarnos la quijotera y sacarle brillo a la noche. Algunos cuyo nombre escribí hoy aquí. Son nombres que me pesan en la conciencia de lo buenos que son y de no haberlos cavilado uno en su vida.

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