domingo, 7 de noviembre de 2010

Porrajmos: Un olvido imperdonable.


Escribo endiablado; disparo mensajes que golpean allá donde otros no se atreven a hacerlo. Hace ya más de un año que abrí este foso para que, entre otras cosas, dar voz a los que la  borrosa sociedad les niega un sitio. Escribo en rojo; porque rojo es el caldo de mis cañerías. Pasé la tarde leyendo y concluí que todas las plagas son la misma plaga. Ahora sé que apenas unas pocas voces se han alzado, después de más de setenta años, para defender la causa de los gitanos discriminados, esterilizados, perseguidos, expoliados y exterminados. Ninguna memoria, ninguna indemnización, ninguna conmemoración. Nada. El vacío absoluto. Ostracismo total.
Junto a los judíos, los gitanos fueron masacrados literalmente en los campos de concentración alemanes. Entre 220.000 y 500.000 gitanos fueron exterminados durante la 2ª Guerra mundial. Solo la noche del 31 de Julio del 44 en Auschwitz aniquilaron a veinte mil de ellos. Cuatro años antes, los nazis empezaron a probar con los gitanos, el Zyklon B, un insecticida a base de cianuro que les sirvió después para asesinar a millones de personas.
Desde la orilla que cala el otoño sigo dando guerra. La RAE precisa el terrorismo como una sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. El terror es un miedo muy intenso, un método expeditivo de injusticia. Hubo y aún hay psicópatas que nos mean sonriendo y nos dicen que llueve. Yo tengo presente la dialéctica y los designios de Heinrich Himmler cada vez que me siento en mi letrina. Desde mi condición, hay ciertas esencias que no puedo respetar. Desde que era un gurrumino estuve al tanto de la honradez de la rebeldía. Solo espero que algún día se acaben los aguaceros. Y que los hijos de la gran puta simplemente, no surjan. No despunten.

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